martes, 24 de junio de 2025

Una anécdota del Día del Trabajo


El pasado 1 de mayo asisti al Sindicato de Empleados de Shougang Hierro Perú para celebrar el Día del Trabajo. Como cada año, la jornada estuvo llena de camaradería, discursos y buenos deseos entre colegas. Al final del evento, nos ofrecieron un almuerzo que acepté con gusto. Como ya había comido, decidí guardarlo en una bolsa para cenar más tarde y lo llevé a casa, dejándolo en la cocina.

Al volver por la noche, me encontré con la cocina hecha un desastre. Mi hijo, José Antonio, había estado allí y no había movido un dedo para ordenar nada. Le reclamé por su falta de responsabilidad y yo mismo empecé a limpiar. Llené varias bolsas con residuos para llevarlos luego al bote de basura, cuando decidi cenar me di con la sorpresa que mi cena no estaba, luego pense  en medio de todo ese ajetreo, debo haber metido  mi cena entre las bolsas.

Sin pensarlo mucho, salí corriendo al bote de basura para intentar recuperarla. Detrás de mí venía mi hijo, que encontró la situación tan inusual y graciosa que decidió grabar la escena con su celular. A esas alturas ya no sabía si reír o enojarme.

Al revisar todo el bote, no encontré nada. Fue entonces que José Antonio, entre risas, me dijo que había visto el plato en el microondas. Efectivamente, ahí estaba mi cena, intacta, esperándome.

Al final, todo quedó como una anécdota graciosa que seguramente recordaremos. A veces, el cansancio y la rutina nos juegan bromas, pero por suerte también nos regalan momentos para reírnos de nosotros mismos, y la verdad para mi eso es divertido.


 «Si aprendes a reírte de ti mismo, te divertirás toda la vida».

 Lee Maclaughlin.

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