Siempre percibí quizás por narrativas de acontecimientos muy particulares que cuando alguien del sexo opuesto te atrae, la indiferencia es una técnica muy efectiva a la que se puede recurrir para llamar la atención, es más existen muchas personas quienes tratan de aplicarla en el ámbito de las relaciones amorosas.
En mi adolescencia siempre di esa falsa señal, recurrir a ello cuando una chica llamaba mi atención, era falso lo que se podía percibir de mí, lo que en realidad ocurría era que siempre fui tímido y corto de palabras, cuando una chica me atraía huía, quería que me tragara la tierra cuando estaba junto a ella, no era capaz de entablar una conversación, daba esa falaz impresión de mostrar indiferencia cuando en realidad me sentía corto (Eso lo pueden afirmar mis compañeras de la secundaria si de casualidad leen este post)
Con el paso del tiempo no intente cambiar, porque según dicen los cambios en las personas se dan por etapas mientas los años te pasan, la madurez emocional se manifiesta en una persona cuando tiene la capacidad afrontar las adversidades que se presentan en los diferentes acontecimientos que se presentan en este transcurso donde nacimos vivimos y morimos como lo dijo Vargas llosa , es quizás allí donde recién maduramos y logramos autorregularnos y adaptarnos a nuestro entorno.
De alguna forma este particular comportamiento lo narre en un post anterior "La chica del lapicero" y podría ser trillado repetir la misma historia, pero lo que me indujo a escribir esto fue quizás los factores y circunstancias por la que estamos atravesando todos en estos momentos, y lógicamente no somos excepciones pertenecemos a este planeta, lo que advierto es que quizás por la soledad que estamos pasando algunas personas nos trae como consecuencia relacionarnos menos con los demás, es por ello que cuando se presenta la oportunidad de conocer a alguien que nos cae bien o nos parece simpática nos embarga una sensación de haber conocido a la mejor persona del mundo...es cierto la observamos cuando pasa, intentamos no pasar inadvertidos, deseamos de alguna forma enviar un saludo como cuando en las redes sociales enviamos un emoticón representando una imagen que refleja una emoción.
Comparo en la actualidad mi comportamiento y observo nuevamente algo similar a lo de aquellos años, pues en la actualidad cuando conozco a una persona que me cae bien sobre todo si es del sexo opuesto pretendo ser muy conversador intentando dar la imagen de no sentirme cohibido y actuar sin reservas, con desenfado, cuando en realidad estoy completamente intranquilo y nervioso, creo que engaño bien sin pretender hacerlo, no tengo para nada esa intención, no es diferente como cuando de muy joven reflejaba esa falsa indiferencia, es increíble que en esta etapa de mi existencia mantenga aun esas actitudes y comportamientos, se podría interpretar como que ni yo mismo me conociera cuando en realidad es lo contrario, ahora observo todo esto como un recreo estoy convencido que este aislamiento involuntario debido a esta terrible pandemia por la cual estamos pasando no me afecta de manera extrema, quizás muy por el contrario me permite conocerme cada día más, como dice Andrés Calamaro en su tema Paloma “Porque vivir es jugar, y yo quiero seguir jugando”