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Araceli |
En dicha reunion en familia, mientras sentíamos alrededor ese vacío y aturdimiento tan marcado, conversavamos temas de adultos, sin tener opción de interactuar con un niño poder verlo correr, reír, o quizás haciendo alguna que otra travesura que es cierto por momentos nos saca de nuestras casillas, me encontraba allii junto a mis hermanos y mi madre, frente al televisor observando para variar una película dramática (El Pianista) que de alguna forma acentuaba aun mas ese oscuro ambiente, pues el clima también era cómplice, el sol estaba ausente y afuera caía una incesante garua.
La verdad que basta con solo un niño o niña, para que todo esto se transforme, recordé a mi sobrina Araceli la presencia de ella bastaría para que todos cambiemos de semblante, pues como nos tiene acostumbrados estaría corriendo por toda la sala jugando con Tito la mascota de la casa, y claro también haciéndonos renegar con sus ocurrencias y travesuras, pero eso es parte de la alegría que transmiten los niños.
La risa de los niños es tan agradable de sentirla, porque es la expresión de la vida. Ellos constantemente están preguntando cosas, que contribuyen a su desarrollo afectivo sus actitudes nos llenan de energía y su risa es una explosión de vida, para nosotros los adultos, y la risa es un medio de comunicarnos. Cuando nos reímos y estamos de buen ánimo, desbordamos toda esa energía acumulada y sentimos la necesidad de compartir lo que tenemos con los amigos, con la familia, el exceso de vida según dicen está en nosotros mismos, solo hay que saber manifestarla.
Aquella tarde Domingo de Agosto, luego de la mencionada reunión familiar, difícil de interpretarla, me despedí de mi madre y mis hermanos, salí caminado con mi hijo bajo una intensa lluvia , colocándole la capucha para cubrirlo del frio, lo abrace y mientras mezclaba diferentes imagenes en mi mente, solo atine a decirle... hijo cuéntame alguna de tus anécdotas graciosas de esas que nunca te faltan...
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