Son los Primeros días del 2013, cifra futurista, bueno al menos para los que vivimos nuestra adolescencia en la década de los 80, se inicia el verano de este nuevo año que según los entendidos será uno de los mas intensos en estos últimos tiempos, atras quedo el 2012, se dieron cuenta que el mundo no se acabo? .
El inicio de esta nueva estación del año me trae a la memoria, aquellas temporadas de verano cuando era niño y mis tíos (Juan o Mariano ) solían llevarnos junto a mis hermanos y algunos primos al puerto del callao, exactamente al distrito de la Punta, para realizar aquella actividad que tanto les apasionaba , la pesca, es una afición que estoy seguro perdura en ellos hasta el día de hoy, yo ya no comparto aquellas jornadas ya que por diferentes motivos no puedo frecuentarlos como quisiera, pero siempre recuerdo aquellas tardes donde lo característico era respirar y percibir con nuestros sentidos la brisa del mar.
El hecho de ir a pescar significaba introducirnos arriesgadamente en los rompeolas de Chucuito algo peligrosas por supuesto, pero lo aceptaba ya que ello formaba parte de la aventura, lo extraño es que a pesar de compartir siempre con ellos esta actividad, nunca herede esa afición, que si la tiene por ejemplo mi hermano Lucho y algunos de mis primos.
Un Domingo de aquellos salimos en familia yo tendría aproximadamente 8 años y mientras, nos internábamos entre las rocas tratando de encontrar la mejor ubicación para iniciar la jornada, ocurrió un incidente que pudo resultar fatal, yo estaba junto a mi madre quien en ocasiones con algunas de mis tías también formaban parte de estas aventuras.
Aquel día junto a mi familia mientras nos impulsábamos con cierta agilidad adquirida por la constancia de frecuentar aquellos lugares, íbamos sobre las rocas de los rompeolas, acompañados con la melodía de fondo que era nada más que el sonido que generaban no solo las olas de mar si no también de algunas aves que merodeaban la zona, íbamos así en busca de un buen lugar, yo particularmente me sentía muy seguro de la mano de mi madre, pero en un momento de descuido por parte de ambos, me desprendí de ella y quise seguir solo el trayecto, creía yo que por el hecho de haber caminado más de una vez por esos accidentados lugares ya era todo un experto, mi madre estaba distraída prestando mas atención la ruta que seguiríamos, fue entonces cuando en uno de mis saltos no sentí ningún punto de apoyo perdí el equilibrio, como consecuencia de esto caí aparatosamente debajo de estos peligrosos rompeolas a unos 4 metros de profundidad, después de sentir un vacio en mi mente y luego recuperarme del golpe de la caída, pude advertir que estaba en un lugar oscuro, donde cada vez que llegaba una ola, no solo me golpeaba contras las rocas si no que también hacia que el agua me cubra dándome esa desesperada sensación de no poder respirar.
Mis tíos enfundados con sus anzuelos. carnada y cordeles, no se percataron del hecho de manera inmediata pues marchaban mas adelante, lo contrario de mi madre que estaba conmigo, incluso ella misma en su desesperación quiso rescatarme, en aquel tiempo estaba mucho más joven y fuerte, yo seguía allí abajo prendido de una roca en el fondo, esperando angustiosamente la llegada de mis tíos para que vean la forma inmediata de auxiliarme, así pasaron varios minutos que parecían una eternidad, tragando agua salada cada vez que golpeaba una nueva ola, al percatarse ya todos del hecho, y mientras planeaban la manera de descender para liberarme, fuimos iluminados con la llegada de algunos pescadores de experiencia que conocían muy bien la zona y fueron precisamente ellos los que nos prestaron su ayuda y gracias a su intervención lograron rescatarme.
Una vez fuera del peligro, mojado, sentado bajo un fuerte sol en una roca grande, envuelto en una colorida toalla y aun conmocionado, recién sentí los golpes y las heridas que fueron apareciendo una por una, felizmente ninguna de gravedad, lo único que yo quería en ese momento era salir de allí para irme a mi casa, pero la jornada de pesca no se suspendió, claro signo del apasionamiento de esta actividad por mi familia, así tuve que pasar el resto del día algo asustado.
En más de una ocasión me he cuestionado, no será aquella amarga experiencia que tuve de niño el motivo por el cual, no me hice aficionado a la pesca? creo que finalmente calificaría este incidente con aquella frase repetida tantas veces, pero claro sin metáforas ni nada por el estilo, sino mas bien literalmente "Son golpes de la vida"